Braulio Rodríguez habla del «problema de la igualdad de los sexos», «la violencia en la familia» o «el machismo rechazable». Insiste en que la ideología de género no es la única manera de abordar estos «problemas urgentes»como la antropología cristiana
ELDIARIOCLM.- Braulio Rodríguez ha querido dar su visión personal en relación con la «inquietante» asignatura que se incluye en el anteproyecto de la Ley por una Sociedad Libre de Violencia de Género en la que trabaja el Instituto de la Mujer. Una legislación que, asegura, «preocupa y mucho» ya que supone una «merma de libertad» en los padres, así como una educación «moral y afectivo-sexual sesgada».
Rodríguez ha rechazado, al igual que lo hizo una plataforma católica recientemente, la ideología de género como la «única» base de la educación de los niños y, además, la ha tachado de «peligrosa y discutible». «Muchos padres, creo sinceramente, no se han percatado de la situación de riesgo que corren sus hijos de ser educados moralmente por otros en lo relativo a uno de los aspectos más importantes de la persona humana: su sexualidad y el modo de educar esta dimensión afectivo-sexual de modo adecuado».
En este sentido, asegura que la ideología de género «avanza vertiginosamente» y sus defensores lo hacen con un «pensamiento único». «Por ello, es rechazable que en la educación afectivo-sexual se tenga en cuenta únicamente los criterios de esa ideología y su metodología». Además, el arzobispo prefiere no hablar de violencia de género, sino que lo menciona como » la violencia en la familia», «el machismo rechazable» o un problema de igualdad «de los sexos, el femenino y el masculino».
Por eso, insta a considerar no sólo la cuestión de género, sino también otros como «la antropología cristiana, de base humanista y respetuosa con lo que el ser humano es». «Sin tener en cuenta cómo se está abordando los problemas y la educación afectivo-sexual por los poderes públicos, serán cada vez mayores las disfunciones en la relación hombre-mujer», advierte.
Y es que, considera que en este camino se seguirán criando personas «inmaduras, incapaces de mantener el respeto hacia el otro, de salir de sus propios intereses y, lo que es peor, sometidos a modos de vivir que llegan, como estamos viendo, hasta matar el hombre a la mujer, bien sea esposa, pareja, bien sea antigua esposa, o antigua pareja y viceversa, aunque estos casos sean casi inexistentes». Finalmente, asegura que no todo se arregla con «superar desigualdades» entre hombre y mujer, sino «en conseguir una complementariedad que sin duda está inscrita en el ser de cada persona, sea del sexo que sea».