MARÍA F. SÁNCHEZ. CUARTO PODER.- Las pasiones que desata el conflicto catalán pueden ser canalizadas de diversas maneras, incluso podrán ser utilizadas por los fantasmas del pasado que duermen fuera del Parlamento. Una convocatoria a favor de una supuesta “mayoría silenciosa catalana” en defensa de “la unidad de España” sumó el pasado fin de semana a miles de personas frente a los Ayuntamientos de todo el Estado. Las concentraciones en ciudades como Madrid, Sevilla, Vitoria, Palma de Mallorca, Alicante o Santander clamaron contra el referéndum del 1-O y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. La entidad que convocaba era la Fundación para la Defensa de la Nación española (DENAES), vinculada al partido de extrema derecha VOX. El poder de convocatoria resultó ser mayor del habitual.
Protestas y movilizaciones como esta, también en Cataluña, se suman a otros episodios similares. La semana pasada el grito del “¡A por ellos!” resonó en varias localidades andaluzas para respaldar a la Guardia Civil en su marcha a Cataluña y la concentración de unos 300 ultras frente a la Asamblea a favor de un referéndum pactado impulsada por Unidos Podemos acabó con una agresión a la presidenta de las Cortes de Aragón, Violeta Barba. Mientras tanto, se ha publicado un dato revelador: la afiliación a VOX ha aumentado un 20% en los últimos 40 días, periodo en el que han tenido lugar los atentados de Barcelona y el proceso independentista catalán. Pero, ¿hay motivos reales para la preocupación?
“Es evidente que no todos los que han votado a Alternativa por Alemania (AfD) son cabezas rapadas”, indicaba este martes el coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzón, en un acto conjunto con el co-presidente del partido alemán de izquierdas Die Linke, Bernd Riexinger. La comparación entre ambos países se hacía necesaria después de que el partido de extrema derecha AfD haya logrado ingresar por primera vez en el Parlamento alemán y lo haya hecho como la tercera fuerza más importante. La sombra de la ultraderecha planea en Europa, aunque por el momento, aquí no ha dado votos a ningún partido de extrema derecha.
Riexinger apuntó que AfD, así como otras formaciones similares en Europa, señalaba al refugiado o al inmigrante como el enemigo, el culpable del empobrecimiento de las clases populares. Garzón, por su parte, apuntó que la ultraderecha española, con la unidad de España como uno de sus pilares, ha encontrado un enemigo interno en el independentismo catalán y pretende seducir a una mayor parte de la población con códigos que ya no pertenecen al siglo XX. “El ‘a por ellos’ no estaba envuelto en una liturgia fascista. En su discurso son ultraderechistas, pero la gente puede percibir que son nobles ciudadanos que defienden los intereses españoles”, alertó el coordinador federal de IU.
La portavoz de IU en la Eurocámara, Marina Albiol, que convive con los partidos de la ultraderecha europea en el Parlamento europeo, advierte que estas formaciones “siempre intentan estimular los instintos más primarios”. A raíz de la crisis y las medidas de austeridad, se impulsó “el miedo a la migración y, al mismo tiempo, la reivindicación de la grandeza nacional”. La eurodiputada acusa al PP de llevar al país a “un clima de crispación” y aprovechar la ocasión de “azuzar a la extrema derecha” para obtener réditos electorales, en declaraciones a este diario.
Una de las tesis sobre el hecho de que no exista un partido fuerte de ultraderecha en España alude a que una buena parte de ella apoya al PP en las urnas –según los datos del CIS, entre el 80% y el 90% de electores que se consideran de extrema derecha votan a los populares–. Otra de las teorías es que el 15M y la canalización del descontento a través de Podemos evitó el surgimiento de un partido extremista. Al respecto, Albiol advierte de que los fracasos de la izquierda suelen ser utilizados por la derecha radical y que “no estamos a salvo desde que el PP está azuzando esa llama” porque, como ha pasado en otros países europeos, “en cualquier momento pueden hacer su propio camino y tomar el control”.
Mucha presencia callejera, poca presencia en las urnas
A día de hoy, es nula la fuerza electoral de los partidos de extrema derecha – VOX, Falange Española de la JONS, Plataforma per Catalunya, España 2000, Democracia Nacional–. En las elecciones generales de 2015 solo sumaron un 0,25% de los votos. “Yo no veo una extrema derecha con posibilidades electorales en España. Todo el franquismo sociológico ve al PP como un referente electoral válido”, explica el eurodiputado y miembro fundador de Podemos, Miguel Urbán.
A raíz del conflicto en Cataluña, el eurodiputado considera que se dará “un aumento de las concentraciones, de las agresiones, de los escraches”, aunque “la extrema derecha española siempre ha tenido mucha presencia en la calle y muy poca presencia electoral”, apunta. Como ejemplo, cita la concentración convocada por Fuerza Nueva que en el año 1981 logró reunir a 400.000 personas en el aniversario de la muerte del dictador, el 20N, pero que se tradujo en una insignificante fuerza electoral. “Puede que VOX arrastre a cierto sector no solo votante, sino militante del PP, pero no creo que tenga capacidad de seducir a un electorado del PP”, añade.
El peligro, según Urbán, podría estar en que VOX intentara crecer en unas elecciones de distrito único como las europeas, con un discurso “más homologable a la nueva extrema derecha post-industrial” que a “la España, grande y libre con reminiscencias de tardofranquismo”. En su opinión, VOX no intenta competir con el franquismo sociológico, el que considera que más se moviliza con Cataluña y que está dominado por el PP. La prueba es que en las últimas movilizaciones impulsadas por la ultraderecha ha sido posible ver a dirigentes populares. Sin ir más lejos, la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre se encontraba en la protesta del pasado fin de semana frente al Consistorio. “’A mi derecha, la pared’, la frase de Fraga, yo creo que se sigue cumpliendo”, apunta el eurodiputado.
Los nacionalismos español y catalán, ¿se retroalimentan?
Las exigencias independentistas del Govern de Carles Puigdemont han avivado las llamas de la ultraderecha en España y ambas posiciones “se retroalimentan”, según considera el portavoz del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra. “Existe hispanofobia y catalanofobia. El secesionismo independentista y nacionalista catalán está posibilitando que haya una extrema derecha con proyección parlamentaria”, alerta.
Los líderes de extrema derecha de la UE, como el eurodiputado de UKIP Nigel Farage, han condenado “la violencia de España” contra los catalanes. “Esta será la forma en la que la UE lidie con los que disientan en un futuro”, expresaba a través de Twitter la cara más conocía del partido británico. El líder holandés Gert Wilders también se unió a la crítica contra el Gobierno de Mariano Rajoy: “La Unión Europea en el siglo XXI. Violencia contra su propio pueblo”. Sin embargo, Albiol resta importancia a estos tuits, los deja en la anécdota y cree que se debe a que “la extrema derecha europea hace una lectura de lo que ocurre en Cataluña en clave euroescéptica, contra las instituciones”.