En el grupo parlamentario de la extrema derecha conviven dos corrientes que lucharán por marcar el rumbo de la formación y convertirla en la única oposición
ENRIQUE MÜLLER. EL PAÍS.- Mucho tiempo antes de las elecciones del pasado domingo, el viejo Bundestag reaccionó a un mal presentimiento y anuló una larga tradición. Para evitar que la primera sesión del nuevo Parlamento fuera inaugurada por el diputado de más edad —un honor que le habría correspondido a Wilhelm von Gottberg, un recién elegido diputado de Alternativa para Alemania (AfD) de 77 años que ha pasado gran parte de su vida calificando de mito el Holocausto judío causado por los nazis—, el Parlamento aprobó que el discurso de inauguración fuera pronunciado por el ministro Wolfgang Schäuble, el diputado más longevo de la Cámara.
Von Gottberg no está solo en su postura. Siegbert Droese, líder de AfD en Leipzig y nuevo diputado, tiene un coche con matrícula AH 1818, que responde a las iniciales de Adolf Hitler y al número que utilizan los neonazis para referirse al Führer. El 1 y el 8 son la posición que tienen la A y la H en el alfabeto.
Jens Maier, exmilitante del SPD, se puede convertir en el portavoz de la corriente parlamentaria más dura de AfD. Maier cree que ha llegado la hora de que Alemania se quite la carga de culpabilidad por el Holocausto y prometió, durante la campaña, que lucharía para impedir el “mestizaje” de la población y la extinción de la identidad nacional. Tampoco se cansó de calificar a los musulmanes de “chusma”.
Timo Lochocki, analista político del German Marshall Fund, y experto en partidos de ultraderecha, está convencido de que los diputados de AfD utilizarán la plataforma parlamentaria para convertirse en el único partido de oposición. “AfD fue elegida porque muchos alemanes ya no tienen confianza en los otros partidos de oposición”, dice el analista. “En el grupo parlamentario hay dos corrientes: los ultraderechistas y los enemigos de la Constitución. Habrá que esperar para ver qué corriente se impone”.
Según Lochocki, algo más de la mitad de los votantes de AfD son conservadores desilusionados con los partidos tradicionales y Angela Merkel. El resto son nacionalistas y racistas, según algunos análisis sobre el origen del voto a AfD.
El día de las elecciones, un total de 1,1 millones de votantes de la CDU y la CSU optaron por la lista de AfD, y otro medio millón del SPD hizo lo mismo. Otras 400.000 personas que votaban por La Izquierda prefirieron apoyar a Alternativa para Alemania, algo que también hicieron unos 40.000 electores de Los Verdes y los liberales. Los expertos también descubrieron que 1,2 millones de abstencionistas se dejaron seducir por el discurso xenófobo.
“Por eso es erróneo calificar a los diputados de AfD como un club de neonazis, pero hay un peligro latente. Falta por saber qué posición adoptará Alexander Gauland, que en este momento es la persona más importante de ese partido. No sabemos si se inclinará por defender posiciones de ultraderecha o se unirá al grupo de neonazis”, dice Lochocki.