El Parlamento italiano aprueba un proyecto de ley para prohibir la propaganda fascista
SORAYA MELGUIZO. EL MUNDO.- El cartel que da la bienvenida a la playa ‘Punta Canna’ de Chioggia, en la provincia de Véneto, no deja lugar a interpretaciones: «Zona antidemocrática y del régimen». El bar del chiringuito está repleto de carteles que alaban la figura de Benito Mussolini. Gianni Scarpa, el propietario entretiene a sus clientes con proclamas fascistas, himnos y discursos nostálgicos del régimen anterior. A 150 kilómetros de allí, en la ciudad de Udine, la familia Lunardelli produce vino desde hace más de veinte años con el rostro de Hitler o ‘Il Duce’ sobreimpreso en la etiqueta de la botella.
El Gobierno italiano quiere acabar con la propaganda fascista y ya ha dado el primer paso. La Cámara de Diputados aprobó este martes un proyecto de ley que prohíbe la producción y distribución de imágenes, objetos o contenidos favorables al régimen fascista y al partido nazi alemán o que hagan referencia directa a los dos dictadores. El texto, que deberá ser votado en el Senado antes de su aprobación definitiva, contempla penas superiores a los dos años de cárcel. También castigará algunos gestos simbólicos como el saludo ‘romano’.
El proyecto de ley, propuesto por el gobernante Partido Democrático, modifica la normativa existente respecto a la apología del fascismo, que hasta ahora sólo prohibía aquellos actos que tuvieran como objetivo resucitar al Partido Fascista de Mussolini. El proyecto de ley ha sido aprobado con la oposición del Movimiento Cinco Estrellas, que lo ha definido como «demagógico», de la Liga Norte, que lo consideran un agravio contra la libertad de expresión, y de Forza Italia, que quería que el texto se extendiera al comunismo.
«Después de 75 años recriminar a una persona porque vende una botella con la cara de Mussolini es de risa», dice Roberto Fiore, líder del movimiento Fuerza Nueva. Este partido ultranacionalista, que nació hace 20 años y tiene más de un centenar de sedes repartidas por el país, ha convocado para el próximo 28 de octubre una manifestación en el centro de la capital italiana. El mismo día en el que se cumplen 95 años de la Marcha sobre Roma con la que Mussolini, entonces dirigente del Partido Nacional Fascista y acompañado por más de 30.000 ‘camisas negras’, llegó a la capital para instaurar un gobierno dictatorial que sirvió de inspiración a Hitler y Franco.
A pesar de la prohibición explícita de la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, Fiore insiste en que se trata de una marcha «patriótica» y no piensa dar un paso atrás. «Italia no se divide entre fascistas y antifascistas. Esta distinción conviene sólo a los dirigentes que apoyan la invasión de inmigrantes que quieren destruir la clase media, la familia y los principios fundamentales de la nación», explica a EL MUNDO. «Todos estos años de mal gobierno nos hacen pensar que en el fondo un Estado donde no había desempleo ni déficit público y existía la clase media no era tan desastroso».
La creciente xenofobia, el contexto perfecto
Fuerza Nueva lleva más de un año organizando rondas ciudadanas en mitad de la noche y en los barrios donde existe mayor número de inmigrantes. Su líder asegura que estos ‘paseos de seguridad’, como los han bautizado, sólo pretenden proteger a las mujeres y los ancianos de la amenaza extranjera. El fin de semana pasado fue el turno de Tiburtina. Alrededor de 60 personas, entre las que había algunos taxistas y ultras de equipos de fútbol, todos hombres, recorrieron las calles de este barrio de la periferia romana, pese a la prohibición de las autoridades locales. «Recuperaremos la ciudad. Roma para los romanos», decía uno de los organizadores de la manifestación. La policía intervino y detuvo a tres personas.
El partido no consiguió superar en las últimas elecciones generales de 2013 el umbral mínimo de votos para acceder al Parlamento, pero su líder si ocupó un escaño como parlamentario europeo en en 2007 como representante de la coalición Alternativa Social. El objetivo principal de este movimiento de extrema derecha hoy es la lucha contra la ley del ‘Ius Soli’, que lleva meses embarrada en el Parlamento, y que prevé conceder la nacionalidad italiana a los hijos de inmigrantes nacidos en la península.
«La inmigración es un factor negativo. Es inútil negarlo. Los inmigrantes crean inseguridad y nos contagian sus enfermedades«. Fiore recuerda el caso de una niña que murió la semana pasada en Trento a causa de una malaria de la que aún hoy los médicos no han conseguido individuar la raíz del contagio. «¿Y los cuatro africanos que violaron a una turista polaca en la playa de Rimini? No se si sabes que uno de ellos tenía tuberculosis», insiste. El líder de Fuerza Nueva, que está casado y tiene 11 hijos, fue condenado en 1985 por pertenencia a banda armada y asociación subversiva. Huyó a Londres y regresó a Italia 20 años después, cuando los delitos prescribieron. «No me avergüenzo de mi pasado. Fue una condena política, nunca cometí ningún crimen».
Fuerza Nueva no es el único movimiento neofascista que ha surgido en Italia en los últimos años. Roma para los romanos o Casa Pound están consiguiendo cada vez más consenso entre los italianos gracias a su arenga contra la inmigración, las ONGs que salvan vidas en el Mediterráneo y el miedo. Según un estudio del Observatorio Europeo sobre Seguridad el 46% de los italianos tiene miedo de los inmigrantes. Es el dato más alto de los últimos diez años. Un perfecto caldo de cultivo para el auge de movimientos neofascistas.