El fenómeno de la Inmigración es muy reciente en España, podríamos decir que se inicia hace quince años aunque con cierta consistencia no se produce hasta los últimos cinco años, sin embargo en contraste con la necesidad estructural de emigrantes, la preocupación social es muy elevada y los tópicos y prejuicios no cejan en su proliferación, dificultando la integración y la convivencia con los inmigrantes.
No obstante estamos a tiempo de evitar hacer las cosas mal, caer en errores que conduzcan a la configuración de guetos migratorios o de situaciones en las que anide y crezca la intolerancia; estamos a tiempo de hacer comprender que la inmigración, con sus contradicciones, es necesaria para nuestro país que en los próximos 45 años perderá 9 millones de habitantes, y también para Europa que en los próximos 20, perderá 35 millones de personas. ¿Cuál sería la capacidad de trabajo europea con un descenso permanente de población y un envejecimiento progresivo? ¿Cómo sería nuestra calidad de vida y nuestra capacidad de solidaridad desde una sociedad sin inmigrantes? Evitar las trampas de la xenofobia exige explorar con racionalidad y e sentido común este debate que con seguridad será central en los próximos años.