EFE.- Miles de personas se manifestaron hoy en Finlandia para protestar por la muerte de un joven a manos de un neonazi durante una marcha de un grupo de ultraderecha contra la política de asilo del Gobierno, tras la llegada masiva de refugiados el año pasado.
Cerca de 20.000 personas participaron en la movilización celebrada en Helsinki, la más multitudinaria del país, bajo el lema «Parad el partido – ya basta de racismo y fascismo).
«El principal objetivo de esta manifestación es decir que ya basta y exigir a las autoridades más acciones contra el fascismo y el racismo, porque hasta ahora no han hecho lo suficiente para frenar estos fenómenos», afirmó a Efe Kaari Mattila, presidenta de la Federación Finlandesa de Derechos Humanos.
«También queremos mostrar que la mayoría de los finlandeses se opone al racismo y al fascismo, que queremos un país en el que todos puedan vivir de forma segura, algo que ahora mismo no es posible para todos los que viven aquí», añadió.
De forma paralela, algunos grupos anti-inmigración realizaron contraprotestas con lemas como «Cerrad las fronteras» y «Parad el terror – no más maníacos musulmanes», en las que apenas participaron varias decenas de personas.
La jornada de protestas tiene su germen en la muerte el 16 de septiembre de un joven finlandés de 28 años, agredido una semana antes por un neonazi durante una marcha del grupo ultraderechista Movimiento de Resistencia Finlandés (SVL, por sus siglas en finés) en el centro de Helsinki.
Según los testigos del ataque, el joven escupió al suelo al paso de los ultras y uno de ellos reaccionó violentamente dándole una patada en el pecho que le hizo caer hacia atrás y golpearse la cabeza contra el suelo.
El joven fue trasladado al hospital, donde le atendieron de una herida en la región occipital, pero una semana después falleció debido a una hemorragia cerebral.
El presunto agresor, de 26 años y con numerosos antecedentes por episodios violentos, se entregó a la policía poco después y fue detenido, aunque luego cambió su testimonio y negó ser el culpable de la agresión.
El suceso ha alentado un encendido debate en el país nórdico sobre la posibilidad de prohibir los grupos de extrema derecha que realicen acciones violentas, pero la cuestión, como en otros países democráticos, resulta espinosa.
Algunos expertos opinan que el derecho de asociación y la libertad de expresión impiden prohibir estos grupos, a menos que se demuestre que la organización en sí -y no solo alguno de sus miembros- tiene carácter delictivo.
No obstante, la ministra de Interior, Paula Risikko, se mostró favorable a estudiar la manera de cambiar la legislación para prohibir los grupos neonazis y otras formaciones ultras.
Finlandia, como el resto de países nórdicos, endureció su política de asilo tras la llegada masiva en 2015 de refugiados procedentes de Oriente Medio, pero las numerosas medidas adoptadas por el Gobierno para intentar controlar la peor crisis migratoria de su historia no han logrado apaciguar a los sectores más xenófobos.
El 2015 Finlandia recibió 32.476 solicitantes de asilo, nueve veces más que en años anteriores, lo que obligó a crear con carácter urgente numerosos centros de acogida y a aumentar considerablemente los fondos destinados al alojamiento, manutención y procesamiento de peticiones de los refugiados.
Este gasto inesperado llegó además en el momento más inoportuno, cuando el Gobierno de centro-derecha recién salido de las urnas inició una impopular política de recortes para hacer frente a una grave crisis económica marcada por tres años consecutivos de recesión.
Esa crisis, sumada a la oleada de refugiados, creó el caldo de cultivo que permitió el ascenso del partido populista y ultranacionalista Verdaderos Finlandeses, actualmente en el Gobierno, y de grupos de extrema derecha como los Soldiers of Odin o el propio Movimiento de Resistencia Finlandés.