El recrudecimiento de la intolerancia hacia la comunidad musulmana se ha producido desde los atentados de Bruselas del 22 de marzo, según el Colectivo contra la Islamofobia en Bélgica.
EFE.- La percepción de un recrudecimiento de la discriminación y la violencia contra la comunidad musulmana en Bélgica se ha incrementado desde los atentados de Bruselas del pasado 22 de marzo (22M), que causaron 32 muertos y centenares de heridos, según colectivos contra la islamofobia.
El Colectivo contra la Islamofobia en Bélgica (CCIB) sostiene que los actos islamófobos no han dejado de aumentar desde los ataques terroristas en marzo pasado en la estación de metro de Maelbeek y el aeropuerto de Zaventem en Bruselas.
Esta asociación elaboró un informe en abril en el que documentaba hasta 36 actos islamófobos en el mes posterior a los atentados, es decir, más de uno por día, y actualmente trabaja en el resto de datos de 2016, que probarían en una comparativa este aumento.
Según el CCIB, en enero y febrero se produjeron 6 agresiones cada mes, mientras que en el mes de marzo registró 18, 11 de las cuales tuvieron lugar a partir de los atentados cometidos el día 22.
El vicepresidente del CCIB, Hajib El Hajjaji, se refirió en declaraciones a agresiones físicas y a discursos de odio en internet, pero también a acciones violentas por parte de la Policía.
Molenbeek
En el distrito bruselense de Molenbeek, que cuenta con un alto porcentaje de población musulmana y que tristemente se hizo famoso por ser el barrio en el que han residido varios presuntos terroristas, incluidos algunos de los de marzo pasado, algunos residentes afirman haber notado este recrudecimiento desde el 22M. No obstante, solo dos de ellos reconocieron haber sufrido agresiones en este período.
Una de ellos, una mujer de 51 años, que pidió guardar el anonimato, relató cómo un hombre blanco empezó a gritarle e intentó arrancarle el hijab que vestía mientras esperaba al autobús en una de las paradas de este distrito.
Para ellos, sin embargo, fueron los ataques terroristas en Francia en enero y noviembre de 2015 los que marcaron un punto de inflexión en la situación de la comunidad musulmana de Bélgica, de la misma manera que la polémica sobre la prohibición del burkini ha cruzado la frontera en las últimas semanas.
«Más violentos»
El gabinete de la Secretaria de Estado belga para la Igualdad de Oportunidades, Elke Sleurs, del partido separatista Nueva Alianza Flamenca (N-VA), reconoció el aumento de casos de islamofobia en los últimos años, pero pidió «matizarlos» dentro del total de 1.600 casos de discriminación y delitos de odio.
En efecto, el Centro Interfederal para la Igualdad de Oportunidades de Bélgica, UNIA, registró el año pasado 301 casos de discriminación y expresión de odio por islamofobia, en comparación con los 260 de 2014.
El 15 % de los casos de islamofobia de 2015 corresponden a agresiones físicas, mientras que el 55 % son casos de discurso de odio en medios de comunicación y e internet.
El portavoz del gabinete, Luc Demullier, destacó que el país actúa en este frente, al afirmar que ya existe una ley contra la discriminación que abarca los motivos islamófobos y que «el Gobierno está elaborando actualmente un plan nacional contra el racism».
En cualquier caso, a su juicio, la vinculación entre el terrorismo y la comunidad musulmana «la hacen los mismos terroristas» y que «los medios han informado sobre este vínculo». «No es deber del Gobierno decir lo que la prensa debe o no escribir», señaló, a lo cual añadió que «solo podemos constatar que los actos de terrorismo en Europa occidental no han sido cometidos en nombre de la Iglesia católica, el budismo o el laicismo».
UNIA pidió «perspectiva» antes de sacar conclusiones, aunque sí confirmó que «los hechos de los que nos han informado son más violentos que antes» de los atentados, algo que también destacó la asociación Muslim Rights Belgium.
El portavoz de esta agencia, Michaël François, señaló que «los insultos han dado paso a las amenazas de muerte, las agresiones se cometen en lugares de culto, en la calle y en cafeterías y las relaciones con la policía son tensas».
Para el CCIB, así como para la experta en integración de la Universidad Libre de Bruselas, Corine Torrekens, esta situación está relacionada con la pusilánime condena a la islamofobia por parte de la clase política belga. Torrekens indicó que la cuestión no se limita a un aumento del número de agresiones, sino también de la consolidación de un «claro sentimiento antimusulmán».
Según la politóloga, no es un fenómeno que afecte únicamente a personas musulmanas, pues también se han dado casos cuyas víctimas eran mujeres gitanas que llevan pañuelo u hombres con barba que no profesaban la fe islámica.