Lo ocurrido en Orlando fue tanto un ataque terrorista como un ataque homófobo a la comunidad LGBT. Además del mayor asesinato masivo en la historia de los Estados Unidos, fue la más grave matanza de personas de la comunidad LGBT en el mundo Occidental desde el Holocausto. Las atrocidades pueden tener más de un trasfondo al mismo tiempo. No estamos obligados a elegir una u otra opción. La vida, con sus horrores y alegrías, es increíblemente compleja, y la riqueza del lenguaje nos permite capturar esas complejidades.
No quiero hablar demasiado sobre mi aparición en el programa de Sky News de la otra noche porque hoy el protagonista no soy yo, pero puede servir como una muestra de lo que está ocurriendo. Me retiré disgustado del debate sobre la masacre por una reacción instintiva ante lo que me parecía una situación indefendible y desagradable: el presentador se negaba una y otra vez a aceptar que el tiroteo era un ataque contra la comunidad LGBT. Según él, era un ataque «contra los seres humanos y la libertad de las personas para intentar pasarlo bien». Se negaba a aceptar el hecho como un ataque a la comunidad LGBT y se ponía cada vez más nervioso al ver que yo, miembro de la comunidad gay, aseguraba que así había que entenderlo.
Si un terrorista con un largo registro de expresiones de odio y repugnancia hacia la comunidad judía hubiera entrado en una sinagoga y asesinado a 50 judíos, estaríamos hablando, con razón, de un ataque terrorista y antisemita. Y si después de eso, en un programa de televisión, un invitado judío hubiera intentado hablar del tema en esos términos, nos habría dado vergüenza que le contradijeran y mucho más que le gritaran mientras lo hacían. Esto fue lo que pasó en el programa de Sky News cuando un hombre gay hablaba acerca de la masacre de la comunidad LGBT.
«Omar Mateen podía haber elegido entre una gran cantidad de clubes con gente riéndose y disfrutando pero eligió un club LGBT. Fue a la vez un acto de homofobia y de terrorismo. No alcanza con condenar la violencia: debemos entender qué es y por qué pasó».
No es que la comunidad LGBT quiera apropiarse del dolor y la angustia. Muchas personas de distintas orientaciones sexuales han llorado por esta masacre y todas las comunidades deberían unirse en este momento de tristeza. Es muy probable que hayan muerto personas heterosexuales en esta atrocidad. En 1999, cuando el terrorista neonazi David Copeland detonó una bomba con clavos en el bar gay Admiral Duncan, una de las víctimas fue una mujer heterosexual y embarazada que estaba tomando algo con su esposo y unos amigos gays. La comunidad LGBT es parte de una comunidad más grande y las personas que forman parte de ella se divierten junto a amigos heterosexuales en bares y clubes LGBT.
Pero el ataque del domingo fue deliberadamente en un club LGBT y contra esa comunidad. Según el padre del supuesto terrorista afín al Estado Islámico, su hijo Omar Mateen había expresado el asco que sentía cuando dos hombres se besaban. Sus compañeros de trabajo recuerdan los comentarios homófobos. Omar Mateen podía haber elegido entre una gran cantidad de clubes con gente riéndose y disfrutando pero eligió un club LGBT. Fue a la vez un acto de homofobia y de terrorismo. No alcanza con condenar la violencia: debemos entender qué es y por qué pasó.
No solo la gente de Sky News estuvo mal. En el primer artículo del periódico The New York Times, ni siquiera se señalaba que el objetivo había sido un club gay. El periódico Daily Mail ni se molestó en darle a esta atrocidad (el mayor ataque terrorista en suelo estadounidense desde el 11S) un lugar en la primera plana. En su lugar, prefirió promover la xenofobia con un artículo sobre los inmigrantes de Turquía que podrían entrar en el Reino Unido, y hacer publicidad de unos «aretes gratis de perla y zafiro blanco». Lisa y llanamente, un intento de hacer desaparecer a la comunidad LGBT, después de la terrible tragedia sufrida por la comunidad.
Las personas de la comunidad LGBT son diversas y tienen experiencias distintas: las experiencias de vida de una joven negra y gay de clase trabajadora son muy distintas a las de un joven blanco y gay que trabaje como ejecutivo y sea multimillonario. Pero todos somos parte de una sociedad que aún nos trata como si fuéramos inferiores. Una y otra vez hemos sido víctimas del maltrato homófobo, hemos sufrido el estrés de declararnos gay, y el miedo a ir de la mano con nuestra pareja en público. Me resulta intolerable pensar en lo que habrán sentido en sus últimos minutos estas personas de la comunidad LGBT, que probablemente hayan sufrido y sido víctimas de prejuicios a lo largo de toda su vida y sólo por ser quienes son, mientras un terrorista homófobo las perseguía.
Parece que le llegó al momento a esos que solo se preocupan por los derechos de la comunidad LGBT si están involucrados los musulmanes. Como hombre gay, me enorgullece vivir en una ciudad representada por un alcalde musulmán que ha recibido amenazas de muerte por votar para que las personas de la comunidad LGBT tengan los mismos derechos que el resto del mundo. No podemos permitir que los racistas hagan uso de esta atrocidad.
El lunes por la noche, personas de la comunidad LGBT y personas de orientación heterosexual se juntaron en la calle Old Compton, en el centro de la comunidad LGBT de Londres, para conmemorar la tragedia de Orlando. Que sea una muestra de solidaridad y de resistencia contra aquellos que odian.
Traducción de Francisco de Zárate