Los ultras salen del escondite

, | 14 mayo, 2016

La agresión a la directora de ‘El Jueves’ recuerda que la ultraderecha se mantiene activa en España, con 6.000 acciones violentas al año. «Cada vez son más»

ultrasBORJA OLAIZOLA.- Mientras la ultraderecha gana terreno en Europa y consigue cada vez más cotas de poder en sus instituciones, en España sigue sin comerse una rosca y computa cada cita electoral a la que concurre como un rotundo fracaso. Los partidos que defienden postulados próximos a la extrema derecha no obtienen representación parlamentaria en nuestro país desde los tiempos de la Unión Nacional de Blas Piñar, aquella coalición en la que se embarcaron los últimos náufragos de la dictadura franquista y que consiguió 379.000 votos y un representante en las Cortes en las generales de 1979. Los herederos directos de aquellos nostálgicos, Falange Española de las JONS, apenas sumaron 7.500 sufragios en las elecciones del pasado 20 de diciembre. Incluso si forzamos un poco la máquina y convertimos a VOXen una formación clásica de extrema derecha, algo que sus propios impulsores no terminan de asumir, nos encontramos con unos resultados raquíticos: 57.753 votos, es decir, apenas el 0,23% del electorado.

Si nos fijamos exclusivamente en el mapa electoral, en España no existe la ultraderecha que tanto y tan rápido ha medrado a nuestro alrededor. Pero si apartamos la vista de ese mapa y ponemos el foco en lo que ocurre todos los días vemos que esa sensación no es más que un espejismo. Anteayer, por ejemplo, la directora de ‘El Jueves’ recibió un puñetazo de un encapuchado en Barcelona después de que la publicación incluyese en la portada de su último número una viñeta que critica a los neonazis. El dibujo lleva un rótulo que reza ‘Plaga de Neonazis’ y plasma una manifestación de ultras con las cabezas rapadas y atuendos militares. Un niño que contempla la escena acompañado de su madre le pregunta: «¿Por qué están calvos todos esos señores? ¿Tienen cáncer?», a lo que la madre responde con laconismo: «Ojalá».

El ataque a la periodista, que sufrió una leve contusión, no ha sido reivindicado pero en medios policiales se piensa que es obra de alguno de los muchos grupúsculos ultraderechistas que operan en Barcelona. La extrema derecha ha escalado muchas posiciones en Cataluña, gracias en parte al encendido discurso contras los inmigrantes que han mantenido formaciones como Plataforma per Catalunya (PxC), que llegó a obtener 67 concejalías en toda la comunidad. «Han intentado copiar el modelo que tanto éxito ha tenido en otros países europeos, sobre todo en Francia, pero parece que han fracasado porque en las últimas municipales solo han conservado 7 de aquellos 67 concejales», apunta Alba Cuevas, portavoz de SOS Racismo Catalunya.

«Crimen de odio»

Se diría que la ultraderecha española es algo así como la fauna abisal que puebla los océanos: se sabe que los individuos están ahí al fondo, pero como no suelen salir a la luz es como si no pasase nada. Solo cuando de vez en cuando uno de ellos se asoma a la superficie y perpetra una fechoría como la de Barcelona caemos en la cuenta de que siguen estando ahí. «Es una agresión muy grave, un crimen de odio dirigido contra todos los medios de comunicación», alerta Esteban Ibarra, portavoz de Movimiento contra la Intolerancia y autor de varios estudios sobre la violencia ultraderechista. Ibarra estima que los ultras perpetran cada año en nuestro país entre 4.000 y 6.000 acciones violentas. «No son demasiadas, pero lo preocupante es que van a más», advierte.

Puede que la extrema derecha apenas haya conseguido representación institucional, pero no es tan minoritaria como las estadísticas electorales nos hacen ver. Los estudios del CIS indican que cerca del 1,2% de la población se declara próxima a esa ideología, un porcentaje que a tenor de todos los indicios es en realidad superior (el 4,5% se declara de extrema izquierda).

El ultraderechismo español sigue identificándose con el nacionalcatolicismo y la dictadura franquista, un tiempo detenido en estampas en blanco y negro que despierta escaso interés entre las nuevas generaciones de votantes que han sacado de las catacumbas a partidos como el Frente Nacional de Francia o el Pegida alemán. Los politólogos creen que la extrema derecha española se homologará a la de Francia, por ejemplo, cuando logre desprenderse de ese lastre y consiga transmitir una imagen de modernidad de la que ahora está muy alejada.

Mientras, advierte Esteban Ibarra, los ultras salen cada vez con más frecuencia «de cacería» como consecuencia de la creciente radicalización producida por fenómenos como los atentados islamistas que sacuden a las sociedades occidentales. «Las células neonazis son cada vez más activas porque en todo Europa se está produciendo una radicalización de las posturas que da alas a los más violentos». Los integrantes de esos colectivos, indica, son reclutados mayoritariamente en las gradas de los estadios de fútbol. «Se ha sido demasiado permisivo con los aficionados más ultras y lo vamos a terminar pagando».

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