Los más de 400 ultras de equipos de fútbol belgas que actuaron violentamente contra las personas que guardaban duelo por los atentados de Bruselas, habían sido convocados en Vilvoorde, una localidad cercana. La Policía presente en la estación recibió la orden de permitir a los neonazis que partieran hacia su destino.
JOAN CANTARERO. PÚBLICO.- Las acciones violentas, protagonizadas por centenares de ultras de equipos de fútbol belgas este domingo en Bruselas, durante los actos de duelo por los atentados del terrorismo yihadista, pone de manifiesto la gran capacidad de movilización de estas organizaciones de extrema derecha cocinadas en las gradas de los campos de fútbol. Algo que demuestra la certeza de la denuncia realizada en PÚBLICO por el presidente del Movimiento Contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, quien determinaba que las gradas ultras de los campos de fútbol son auténticos criaderos de racistas y nazis.
La situación generada en la sociedad europea por los atentados terroristas del Daesh se ha convertido en una oportunidad para buscar rédito político en las organizaciones y movimientos de la ultraderecha. Instrumentalizar los atentados para justificar cacerías racistas y xenófobas indiscriminadas dirigidas principalmente contra los musulmanes, forma parte del ADN de los neonazis que crecen en la Unión Europea. Y en gran parte sucede porque los propios estados miran para otro lado y los partidos en los gobiernos optan por abrazar los postulados de estas organizaciones con la intención de mermar su crecimiento y garantizarse su propia supervivencia.
Cita en Vilvoorde
Las redes de la extrema derecha belga y holandesa, muy activas estos días tras los brutales atentados sufridos en Bélgica, reaccionaron con rapidez. Cuando se convocó el viernes una concentración en la plaza de la Bolsa para iniciar una “Marcha contra el Miedo” el domingo, el gobierno belga decidió pocas horas después prohibirla, considerando que la manifestación pudiera ser considerada “una provocación” hacia los fanáticos criminales yihadistas. No obstante, los organizadores habían decidido seguir a adelante con su convocatoria. Fue entonces cuando los nazis belgas tomaron la iniciativa y decidieron que hacer su propia marcha yendo al encuentro de los concentrados en la conocida plaza bruselense.
Los foros de las redes de la ultraderecha convocaron a sus afectos seguidores de clubes de la primera división belga a la ciudad de Vilvoorde, a poco más de 12 kilómetros al norte de Bruselas, y colindante con el aeropuerto de Zaventem, uno de los objetivos de los atentados terroristas. Unos citaron a sus seguidores en la estación de tren directamente, y otros lo hicieron en una plaza cercana. En un grupo había unos 300 ultras y en la estación otros 150, según fuentes oficiales.
Vagones llenos de ultras
Estas mismas fuentes aseguraron que tuvieron conocimiento de la concentración de los “hooligans” por llamadas de los vecinos y mensajes a través de Twitter. Avisada la Policía belga y en presencia de los empleados de seguridad trataron de impedir la salida de los trenes hacia Bruselas con los nazis ya embarcados. Pero apenas unos minutos después la Policía recibió la orden definitiva de dejar partir el convoy sobre las 13 horas. El trayecto entre Valvoorde y la Estación del Norte de la capital belga -destino final del tren- dura poco más 20 minutos.
Una vez en el destino los ultras fueron escoltados por la policía belga directamente hasta la Plaza de la Bolsa, donde había muchas personas y se pronosticaba una situación de máxima tensión. Una vez en la plaza los agentes se echaron a un lado y dejaron a los ultras a su libre albedrio, dando comienzo a los enfrentamientos ya conocidos, ante la mirada impasible de la Policía durante largos minutos.
El alcalde de Bruselas, el socialista Yvan Mayeur, aseguró estar “indignado por ver a estos sinvergüenzas haciendo daño a la gente que rinde tributo a las víctimas de los atentados. Nos advirtieron que podrían venir, y no veo que el gobierno haya hecho para evitarlo”.
Las redes sociales de los ultras del fútbol belga siguen transmitiendo mensajes con el objetivo de instrumentalizar y rentabilizar los atentados y anuncian nuevas acciones callejeras.