Pues esta herramienta legal creada ad hoc para combatir conductas de odio, desprecio y discriminación en la sociedad se aplica poco, según denuncia el presidente del Movimiento Contra la Intolerancia. El auge del racismo es evidente y su academia se encuentra en las gradas ultras de los estadios de fútbol. Allí, los más jóvenes son aleccionados en el odio y la violencia contra el diferente por los más avezados y, después, practican en la calle las lecciones recibidas.
Para Esteban Ibarra esta realidad es algo que se viene denunciando desde hace muchos años. “Las gradas de los campos de fútbol se han convertido en el principal vivero de los grupos racistas y de los grupos neonazis en toda España y de Europa, que después trasladan su odio a la calle, a su vida cotidiana, como hemos visto en Madrid con los ultras seguidores del PSV Eindhoven humillando a indigentes. Aún estamos esperando un pronunciamiento de la UEFA que a fecha de hoy no ha hecho nada al respecto”.
“La impunidad de estos comportamientos ─señala Ibarra─ son el nutriente desde donde se recluta y promueven identidades contrarias a los valores democráticos y es realmente el gran problema que tiene este país y Europa”, apunta.
Para Ibarra y para muchos analistas internacionales se apunta a las gradas ultras de los estadios de fútbol como “escuelas de formación que nutren a la nueva ultraderecha racista y xenófoba que está creciendo en el continente europeo, alcanzando niveles de representación importante en las instituciones democráticas».
Desde que se puso en marcha en nuestro país la Ley Contra el Racismo la Violencia y la Intolerancia, en el ámbito del deporte, los clubes tuvieron la posibilidad de ordenar y depurar sus gradas ultras, y -a juicio del presidente de Movimiento Contra la Intolerancia- no lo han hecho. “Por lo tanto, hay que señalar la enorme responsabilidad de los clubes porque, les dan un trato privilegiado en todos los terrenos”.
Asimismo, Ibarra incide en “que los clubes no se enfrentan abiertamente a estos grupos exigiéndoles el cumplimiento, por ejemplo, del registro de grupos reconocidos por el club, tal y como establece y exige la ley, porque les temen y no quieren tener conflictos con ellos, porque ya se han convertido en un poder”.
Recuerda el director del ”Informe Raxen” un debate con Jesús Gil. “Me dijo que todos los clubes habían apoyado a sus respectivos ultras y que creían tenerlos dominados y gobernados pero que al final el monstruo tiene vida propia, y que el objetivo en suma era evitar comportamientos vandálicos dentro de los estadios”.
Cuando se le pregunta al presidente del MCI por qué razón no se aplica la ley si disponemos de una tan clara y precisa, la respuesta es que
“hay indolencia institucional”. “Los responsables de la seguridad en los estadios deberían facilitar imágenes, facilitar identidades de personas que están transgrediendo de modo ostensible el
artículo 510 del Código Penal, para que los fiscales pudieran actuar de oficio. Al final parece que el fútbol es un mundo aparte donde la transgresión en materia de delitos de odio está ciertamente normalizada”.
“Podemos ver símbolos, banderas, cánticos, gestos, saludos nazis y se observan -dice Ibarra- con naturalidad desde el palco de autoridades, se observan a través de las pantallas de televisión y nadie actúa de oficio”.
Asegura Ibarra que “ahora mismo hay un cambio en La Liga de fútbol importante. La Liga de Fútbol Profesional (LFP) está denunciando a grupos ultras y planteando la aplicación estricta de la ley. Pero esto está generando tensiones con los dirigentes de muchos clubes. Con lo cual el escenario ahora mismo es de cierta turbulencia.
La Fiscalía es laxa en sus actuaciones
“La actuación de la Fiscalía de Delitos de Odio es muy laxa, asegura Ibarra. “No la hemos visto intervenir, aunque hay un fiscal dentro de la Comisión Estatal Contra la Violencia, el Racismo y la Intolerancia en el Fútbol y no vemos por su parte una actuación firme en la aplicación de todos los detalles de la legislación”.
A nivel internacional pasa algo idéntico, dice el presidente del Movimiento Contra la Intolerancia. “Se está produciendo una situación similar en todos los países de la Unión Europea y fuera de ella. La UEFA tiene un reglamento disciplinario de protección de la dignidad y los derechos de las personas, dentro y fuera de los estadios. Vemos que hay campañas y gestos de la UEFA contra el racismo, por la intolerancia, pero al final uno piensa que es más postureo que medidas prácticas. Falta una aplicación rigurosa del propio reglamento disciplinario”, concluye.