Mientras la islamofobia repunta en Europa tras los atentados terroristas yihadistas de los últimos meses, la cultura sigue siendo una de las principales vías para derribar los prejuicios. Santiago Alba Rico trata en Islamofobia. Nosotros, los otros, el miedo, las raíces de este fenómeno. Daniel Gil-Benumeya explora en Madrid islámico los orígenes musulmanes de la capital.
BELÉN REMACHA. ELDIARIO.ES.- La islamofobia se traduce en actitudes de rechazo, agresiones y abusos hacia personas por el mero hecho de ser musulmanas. Según el Informe Anual de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, los casos denunciados en España aumentaron en un 9% en 2014 respecto a 2013. Todo apunta a que este fenómeno crecerá todavía más tras los atentados yihadistas del viernes 13 de noviembre en París, como ya lo hizo en enero de este año tras los atentados a la revista satírica Charlie Hebdo.
El escritor y filósofo Santiago Alba Rico comenzó a escribir el libro Islamofobia. Nosotros, los otros, el miedo (Icaria Editorial) tras la matanza en el medio satírico francés, para alertar sobre el gran peligro que supone este tipo de xenofobia: «Hay que empatizar con aquellos franceses y musulmanes que sufren ahora un doble terror, una doble presión: el miedo a ser víctimas del terrorismo, y el miedo a ser excluidos de una sociedad a la que pertenecen», apunta. Añade además otro riesgo que implica este fenómeno: «El ISIS sabe que provocando miedo también se genera islamofobia, y crea así una situación en la que algunos musulmanes europeos, frente a la xenofobia, podrían radicalizarse», dice Alba Rico.
El filósofo señala una ventaja en este sentido con la que parte España frente a otros países europeos: además de que el porcentaje de población musulmana es mucho menor que en países como Francia, se mantiene una mejor convivencia que no separa en guetos a la población inmigrante. Y existe un factor importante: en España, al contrario que en Francia o Alemania, no existe una clase intelectual prestigiosa y mediática que alimente la islamofobia.
Alba Rico tiene claro qué hay que hacer para romper mitos y derribar la barrera cultural y así lo analiza en Islamofobia: por un lado, es una responsabilidad de gobiernos e instituciones, “que no deben ampararse en leyes que llamen la atención sobre comunidades enteras, que vinculen la radicalización y el yihadismo a hechos como visitar algunas páginas web o ciertas formas de vestir”.
Pero también es una labor pedagógica, social, mediática y cultural. “Estamos asistiendo más a una islamización de la radicalidad que a una radicalización del islam”, apunta el filósofo. “La Historia es un basurero lleno de material de deshechos, de clichés positivos y negativos; como la memoria es muy corta, los informadores deberían escoger los positivos, los lugares comunes, que es la única manera de entendernos”, señala Alba Rico. De esta manera, quizá sería necesario como parte de esta labor pedagógica tratar dentro de las aulas aspectos como, por ejemplo, el Renacimiendo cultural árabe conocido como la Nahda, o el legado andalusí.
De Madrid a Mayrit
En este sentido habla también el arabista Daniel Gil-Benumeya, que en su libro Madrid islámico (Ediciones La Librería) se acerca al origen histórico de la capital. Gil-Benumeya encuentra interesante conocer la fundación islámica de Madrid para librarse de prejuicios islamófobos: http://comprar-ed.com “hubo una época en que esta parte de la historia de Madrid estuvo más valorada, había rutas específicas sobre el tema”. Apunta que sería un buen momento para volver a establecer un punto de conexión con las culturas musulmanas, “porque el islam es una realidad viva en el Madrid actual, viven miles de musulmanes, tanto extranjeros como españoles. Sería interesante una intervención cultural en ese sentido, a los madrileños les vendría bien para combatir prejuicios, a los musulmanes madrileños para sentirse más identificados con su ciudad y la historia de su país».
El Madrid islámico es un tema muy estudiado pero circunscrito a un ámbito muy específico. Los madrileños saben poco de la historia de la fundación de Madrid: “las fuentes medievales nos dicen que Madrid es de origen islámico, y así lo confirma la arqueología e historiografía”, incide Gil-Benumeya. Pero en el imaginario popular tradicional, la capital tiene un origen anterior: “las leyendas nacen cuando Madrid se convierte en la capital más importante de su tiempo, el Imperio de Felipe II: reino católico por excelencia, no podía aceptarse que tuviese un origen humilde, de ciudad pequeña y fronteriza, y sobre todo, mora. Le inventaron unos orígenes ilustres, anclados en la antigüedad clásica”, defiende Gil-Benumeya. El trasfondo de esta tendencia a renegar de los orígenes andalusís es simbólico. El «gran otro» de la Historia de España, el enemigo contra el que nos contaron que se construyó el estado, es el musulmán. “Que la capital de España, la ciudad que representa a la nación, la fundara el enemigo es algo que hay gente que no puede admitir”, subraya el arabista.
Este legado andalusí se puede encontrar todavía, y Gil-Benumeya lo repasa en Madrid islámico. El resto material más visible es la muralla árabe de Madrid. Pero también existe un rastro inmaterial, no evidente, que hay que interpretar. Como lo son partes del trazado urbano original islámico: la principal calle de Madrid históricamente, la de Alcalá, que enlazaba con el camino hacia Guadalajara ( Wadi Al- Hiyara) y Zaragoza ( Saracusta). También la toponimia: hay quien apunta el término árabe Mayrit como origen de Madrid. O la virgen de la Almudena, que vincula con una islámica en dos sentidos: por su nombre árabe, y porque su culto se estableció cuando la mezquita se convirtió en iglesia.
En el callejero de Madrid pueden sin embargo encontrarse pocas muestras de este legado. Una de ellas, junto a las murallas, es el Parque de la Memoria, en honor al emir Mohamed I, fundador de Mayrit. Creado por iniciativa de Enrique Tierno Galván, aunque inaugurado durante la administración de Juan Barranco, constituyó un homenaje a la diversidad de culturas que han habitado la ciudad, y contaba con diversas placas en castellano y árabe que recordaban esta causa. Gil-Benumeya denuncia sin embargo que estas insignias se fueron deteriorando hasta acabar desapareciendo. “Creo que forma parte de un proceso: la visión del pasado siempre está politizada, y la forma de percibir el legado de Al-Andalus está muy influida por los acontecimientos posteriores al 11-S y 11-M. La década del 2000 ha sido un punto de inflexión en el que se ha comenzado a relacionar el pasado islámico con la islamofobia”, concluye Gil-Benumeya.