La Razón.- En 30 años se ha duplicado el nivel extremo de discriminación que sufren: uno de cada siete es hostigado y más de 360 millones son perseguidos por su fe en todo el mundo. El número total de iglesias atacadas bajo diferentes niveles de violencia alcanzó las 2.110.
La persecución de los cristianos por motivo de su fe sigue siendo un tema alarmante. Los datos son muy poco esperanzadores. Según el informe anual presentado por la organización Puertas Abiertas el número total de cristianos asesinados fue de 5.621 casos registrados y el número total de iglesias atacadas bajo diferentes niveles de violencia alcanzó las 2.110. En todo el mundo: uno de cada siete cristianos experimenta, al menos, niveles altos de persecución o discriminación; uno de cada cinco en África, dos de cada cinco en Asia y uno de cada quince en América Latina.
En los 30 años de informes de la Lista Mundial de la Persecución de Puertas Abiertas, el fenómeno global de la persecución cristiana ha crecido exponencialmente. En 1993, los cristianos afrontaban un nivel de persecución de alto a extremo en 40 países; en 2023, esta cifra casi se ha duplicado a 76 países. Solo en los 50 primeros países, 312 millones de cristianos sufren actualmente niveles de persecución muy altos o extremos.
Aunque los niveles de criminalidad contra los cristianos refleja un ligero descenso respecto el año anterior, la explicación de esta disminución no es sino por el cierre masivo de iglesias en países donde los cristianos están en el punto de mira. En varios países del Golfo se ha promovido una mayor tolerancia. La puntuación de la persecución descendió en Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Egipto y Catar ha caído notablemente, pero va parejo a la clausura de templos cristianos.
A la cabeza de la lista elaborada por esta organización se encuentran Corea del Norte, Somalia, Yemen, Eritrea y Libia, aunque los expertos ponen el foco en países como China (que ocupa la posición 17) donde dicen “se está forjando una alianza mundial de naciones que pretenden redefinir los derechos humanos, alejándolos de los derechos civiles y las libertades religiosas. Las voces disidentes, como las de los cristianos, son perseguidas como alborotadoras o incluso terroristas”. China ha tomado más medidas drásticas contra los cristianos, introduciendo nuevas y radicales normas sobre el uso de Internet por parte de las iglesias. Otros países como Rusia e India están siguiendo su ejemplo, junto con otros como Sri Lanka, Birmania, Malasia y varios países de Asia Central.
Las minorías cristianas que se oponen a estos nuevos «derechos», negándose a apoyar al partido gobernante, pueden ser tachadas de «perturbadoras de la paz» o incluso de «terroristas», según explican desde Puertas Abiertas. Se enfrentan a detenciones, a la demolición de los edificios de las iglesias o a la anulación de su registro. En China, las nuevas normas sobre el uso de Internet por parte de las iglesias han coartado aún más la libertad de los 96 millones de cristianos del país. Mientras tanto, Pekín ha incrementado la censura, la desinformación y la vigilancia extrema para aumentar el control sobre los cristianos y otros grupos religiosos.
Situación extrema
También subrayan la situación extrema que se vive en el África subsahariana, «una región que se encamina hacia una catástrofe. No son sólo los gobiernos de África los que no se enfrentan a la verdadera naturaleza de esta purga religiosa, sino los gobiernos de todo el mundo. El precio de esta negación es incalculable, no sólo para África, sino para el mundo entero», afirma Frans Veerman, uno de los informadores e investigadores de la Lista Mundial de Persecución
En Nigeria, por ejemplo, donde impera la organización terrorista islamista Boko Harman, los asesinatos por motivos religiosos en Nigeria han aumentado de 4.650 el año pasado a 5.014, un abrumador 89% del total internacional. Cientos de miles se han visto obligados a desplazarse internamente o a convertirse en refugiados. Además, este año la violencia ha inundado también al sur del país, tradicionalmente cristiano.
De igual modo, la Iglesia cristiana sigue disminuyendo en Oriente Medio. Ha sido incapaz de recuperarse tras el auge del Estado Islámico, a pesar del ligero descenso en el número de cristianos asesinados (con excepción de Siria, que ha sufrido una ola de incidentes violentos). «Esta es la cuna del cristianismo y gran parte de la iglesia está perdiendo la esperanza: el régimen de discriminación y pobreza es demasiado pesado de soportar, especialmente para los jóvenes que no ven futuro aquí como creyentes», concluye Rami Abed Al-Masih, director regional de defensa legal para Oriente Medio y el Norte de África.